Suchitoto, una ciudad golpeada duramente por la guerra civil -que afortunadamente terminó-, surge como el ave Fénix de las cenizas y nos muestra y nos grita a viva voz que todo es posible, mediante la tenacidad, el empeño, la decisión y la voluntad de salir adelante. Hoy por hoy Suchitoto es una bella ciudad, emblema del turismo nacional con proyección internacional. Suchitoto se distingue actualmente por el apoyo que da al arte en todas sus ramas, por la belleza de su lago, por su limpieza y por un agradable ambiente en general. Todo esto sólo se ha podido lograr a base de trabajo y de educación y de una profunda comprensión y satisfacción de lo que realmente la gente visitante nacional e internacional busca. Para llegar a esto sus pobladores han sacado fuerzas de la flaqueza y han compartido la visión que un día tuvo el señor Alejandro Coto.
Suchitoto, cuyo nombre en náuhat significa “como pájaro-flor”, recibió el título de ciudad el 15 de julio de 1858 y ha sido cuna de grandes hombres, como el doctor Francisco G. de Machón, que fue rector de la Universidad de El Salvador; el doctor Pío Romero Bosque y el ingeniero Arturo Araujo, ambos ex presidentes de la República. Y también ha sido cuna de amigos míos entrañables, que conocí en los amargos días de la guerra civil: Wilfredo Escobar y Sandra Elizabeth Escobar, dos personas honestas y trabajadoras que han vivido en mi corazón por muchos años.
Caminar por las calles de Suchitoto es de verdad agradable. Sus calles empedradas, limpias y claras dan la sensación de estar en otro lugar del mundo, alejado del bullicio, de la presión generada por las grandes ciudades; se siente uno distante de los congestionamientos del tráfico vehicular y del irrespeto hacia los demás; estar en Suchitoto es respirar y contagiarse de la cortesía de sus habitantes y de la posibilidad de poder compartir tranquilamente una banca de un parque con un desconocido; es observar como conviven armónicamente las diversas generaciones y las diversas nacionalidades.
Pero principalmente es agradable caminar por la calles de Suchitoto por la sensación de seguridad que se respira. Ver a los ancianos sentados en el parque, a los niños jugando a la pelota y a sus jóvenes trabajando con alegría y amabilidad, es llenarse de optimismo y creer que un mejor El Salvador es posible.
Suchitoto es un ejemplo de cómo se debe trabajar el turismo. En esta ciudad hay opciones para cada tipo de personas; hay hoteles caros y hoteles económicos; actividades para el que desea la naturaleza, el arte, la soledad o la compañía.
Las galerías de arte, los recitales de música, los limpios y sencillos restaurantes y cafés impregnan de un vigor muy estimulante a la pequeña urbe. El caso especial, pero no por eso divorciado de la mística de la ciudad, es la casa de don Alejandro Coto, ya que su hogar y el mismo Coto, fueron pioneros y punta de lanza del turismo y del conocimiento que se tiene a nivel mundial de esta linda localidad en el departamento de Cuscatlán, que ha sido declarada patrimonio de la humanidad.
Sólo le falta a la ciudad un museo municipal que cuente y muestre como era antes, durante y después de la guerra, y como poco a poco se ha convertido en lo grande que es ahora.
En cualquier vacación o durante un fin de semana, Suchitoto es una opción recomendable para los turistas extranjeros y para los turistas salvadoreños.
. Esta Semana Santa fui una vez más a Suchitoto, fui con mi esposa y juntos vimos el hermoso Suchitlán al atardecer, caminamos por la ciudad, visitamos galerías y nos tomamos unas refrescantes bebidas que amortiguaron nuestro calor y secaron nuestro sudor. Nos sentamos en el parque y comimos unos deliciosos “hot-dogs” en una esquina y me di cuenta que en Suchitoto hay ganas de salir adelante, que no hay desocupados y que todos buscan como trabajar y atender al turista, no importando si es nacional o no; creo que esa es una de las razones poderosas y fundamentales por las que es una ciudad segura: No hay tiempo para la vagancia y la pereza, todos tienen deseos progresar y han comprobado que se puede, porque su tierra es reflejo de su entusiasmo por la vida.
Créanme, vale la pena consentir de vez en cuando al alma y los sentidos, vale la pena conocer nuestro país, vale la pena apoyar lo nuestro, vale la pena sentirnos orgullosos de nuestro territorio, vale la pena luchar por un El Salvador mejor.
Conozcamos Suchitoto; seamos parte activa de nuestro país y contémoselos a nuestros hermanos “lejanos”, amigos y vecinos, que vayan a conocer; la mayoría de ellos seguramente no se imagina del placer del que se pierden.
Cada vez que regreso a Suchitoto, el amor a mi Patria y a su historia me crece desmesuradamente pero con razón.
Hagamos que poco a poco hayan más Suchitotos en todo el territorio salvadoreño.
ERIKA VALENCIA y ÓSCAR PERDOMO LEÓN
Suchitoto, cuyo nombre en náuhat significa “como pájaro-flor”, recibió el título de ciudad el 15 de julio de 1858 y ha sido cuna de grandes hombres, como el doctor Francisco G. de Machón, que fue rector de la Universidad de El Salvador; el doctor Pío Romero Bosque y el ingeniero Arturo Araujo, ambos ex presidentes de la República. Y también ha sido cuna de amigos míos entrañables, que conocí en los amargos días de la guerra civil: Wilfredo Escobar y Sandra Elizabeth Escobar, dos personas honestas y trabajadoras que han vivido en mi corazón por muchos años.
Caminar por las calles de Suchitoto es de verdad agradable. Sus calles empedradas, limpias y claras dan la sensación de estar en otro lugar del mundo, alejado del bullicio, de la presión generada por las grandes ciudades; se siente uno distante de los congestionamientos del tráfico vehicular y del irrespeto hacia los demás; estar en Suchitoto es respirar y contagiarse de la cortesía de sus habitantes y de la posibilidad de poder compartir tranquilamente una banca de un parque con un desconocido; es observar como conviven armónicamente las diversas generaciones y las diversas nacionalidades.
Pero principalmente es agradable caminar por la calles de Suchitoto por la sensación de seguridad que se respira. Ver a los ancianos sentados en el parque, a los niños jugando a la pelota y a sus jóvenes trabajando con alegría y amabilidad, es llenarse de optimismo y creer que un mejor El Salvador es posible.
Suchitoto es un ejemplo de cómo se debe trabajar el turismo. En esta ciudad hay opciones para cada tipo de personas; hay hoteles caros y hoteles económicos; actividades para el que desea la naturaleza, el arte, la soledad o la compañía.
Las galerías de arte, los recitales de música, los limpios y sencillos restaurantes y cafés impregnan de un vigor muy estimulante a la pequeña urbe. El caso especial, pero no por eso divorciado de la mística de la ciudad, es la casa de don Alejandro Coto, ya que su hogar y el mismo Coto, fueron pioneros y punta de lanza del turismo y del conocimiento que se tiene a nivel mundial de esta linda localidad en el departamento de Cuscatlán, que ha sido declarada patrimonio de la humanidad.
Sólo le falta a la ciudad un museo municipal que cuente y muestre como era antes, durante y después de la guerra, y como poco a poco se ha convertido en lo grande que es ahora.
En cualquier vacación o durante un fin de semana, Suchitoto es una opción recomendable para los turistas extranjeros y para los turistas salvadoreños.
. Esta Semana Santa fui una vez más a Suchitoto, fui con mi esposa y juntos vimos el hermoso Suchitlán al atardecer, caminamos por la ciudad, visitamos galerías y nos tomamos unas refrescantes bebidas que amortiguaron nuestro calor y secaron nuestro sudor. Nos sentamos en el parque y comimos unos deliciosos “hot-dogs” en una esquina y me di cuenta que en Suchitoto hay ganas de salir adelante, que no hay desocupados y que todos buscan como trabajar y atender al turista, no importando si es nacional o no; creo que esa es una de las razones poderosas y fundamentales por las que es una ciudad segura: No hay tiempo para la vagancia y la pereza, todos tienen deseos progresar y han comprobado que se puede, porque su tierra es reflejo de su entusiasmo por la vida.
Créanme, vale la pena consentir de vez en cuando al alma y los sentidos, vale la pena conocer nuestro país, vale la pena apoyar lo nuestro, vale la pena sentirnos orgullosos de nuestro territorio, vale la pena luchar por un El Salvador mejor.
Conozcamos Suchitoto; seamos parte activa de nuestro país y contémoselos a nuestros hermanos “lejanos”, amigos y vecinos, que vayan a conocer; la mayoría de ellos seguramente no se imagina del placer del que se pierden.
Cada vez que regreso a Suchitoto, el amor a mi Patria y a su historia me crece desmesuradamente pero con razón.
Hagamos que poco a poco hayan más Suchitotos en todo el territorio salvadoreño.
ERIKA VALENCIA y ÓSCAR PERDOMO LEÓN
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