Vemos con gran preocupación como se ha roto la democracia en nuestra hermana nación de Honduras. Un golpe de estado en estos tiempos es tan anacrónico e inconcebible. Un golpe de estado es algo que se suponía que había quedado en el pasado. La “bota militar” y las fuerzas oscuras de la derecha tomaron por la fuerza al Presidente Manuel Zelaya y lo exiliaron.
La oligarquía hondureña, que no hay duda está detrás de todo esto, no ha respetado la Constitución Política. El diálogo, la no violencia y la tolerabilidad desaparecieron del mapa hondureño.
Esto no es nada bueno para la región centroamericana. Lamentamos mucho que esta tragedia haya ocurrido y que todavía haya personas que por sus ansias de poder traicionen los ideales del pueblo y que aún no hayan entendido que tomar por la fuerza el gobierno sólo ahogará más a Honduras en el subdesarrollo, lo sumergirá al país en más pobreza, en más polarización, en el retraso de los programas de desarrollo y en una gran inestabilidad social.
El monstruo prehistórico de la política que todos creían extinguido ha vuelto a la región centroamericana.
Ojalá que los salvadoreños no vayan a cometer una tontería similar, ojalá que todos los salvadoreños hayan aprendido algo de lo nefasto de los gobiernos dictatoriales del pasado, de la guerra civil que se llevó tantas y tantas vidas, y que jamás se olviden de los acuerdos de paz firmados.
El verdadero cambio sólo se verá a través del tiempo y únicamente el trabajo y la tolerancia harán de un país una nación más grande y efectiva.
Mauricio Funes y el FMLN deben estar atentos. No deben olvidar que la oligarquía en Centroamérica es un mismo bloque.
Texto: Érika Valencia-Perdomo y Óscar Perdomo León
Fotografía: Óscar Perdomo León
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