Esta fotografía fue tomada en el año 2006 y decidí llamarla VENTANA EN LLAMAS.

domingo, 8 de noviembre de 2009

LAS VENAS que siguen ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA

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El clásico libro del uruguayo Eduardo Galeano que inicia con una cita que es como una bofetada para que todos los latinoamericanos despertemos: “... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...” (Proclama insurrecional de la Junta Tuitiva en la ciudad de La Paz, 16 de julio de 1809), es una obra que deberían leer las masas empobrecidas y hambrientas de nuestra América, los profesionales, las amas de casa y los comerciantes; debería ser leído también por nuestros políticos (de cualquier corriente de pensamiento), para que tomaran consciencia del verdadero y adecuado papel que les correspondería jugar en la sociedad.

El libro “Las venas abiertas de América Latina” fue publicado por primera vez en 1971, pero pienso que su vigencia es tan fuerte hoy como lo fue hace 38 años. Es uno de los libros más reveladores y conmovedores que he leído en toda mi vida.

Fue escrito luego de una gran investigación por parte del autor, muestra de ello son las innumerables citas que aparecen como pie de página a lo largo de todas sus páginas. Es un viaje detallado por nuestra América que dura 500 años; muchos pueden alegar que “sólo es un libro más de izquierda”, sin embargo dudo mucho que las palabras del Códice Florentino, escrito por el fray Bernardino de Sahún durante la conquista sean de esa ideología: “mucho espanto le causó oír cómo estalla el cañón cómo retumba su estrépito, y cómo se desmaya uno; se le aturden los oídos, Y cuando cae el tiro, una bola de piedra sale de sus entrañas: va lloviendo fuego”. Los hechos son los hechos.

El origen infame de la historia de nuestros países latinoamericanos, que han sido mil y una vez bañados de sangre y han sido víctimas de las perversas traiciones y juegos sucios de los políticos serviles de los poderosos, tiene como base la misma conquista, la cual fue hecha por ambiciosos e inmorales personajes españoles y portugueses, quienes seducidos por la avidez del poder y las riquezas vendieron sus posesiones en sus países natales para poder costear sus viajes al Nuevo Mundo, usando para someter a nuestros indígenas la infamia, la mentira y la injuria, todo bendecido por la Santa Iglesia (con pocas excepciones de algunos sacerdotes); armas heredadas desde entonces hasta la actualidad y que en definitiva son las que aún nos siguen sometiendo, entorpeciendo intencionalmente el desarrollo y el crecimiento de nuestra gente.

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.”

Nuestra América estaba rebosante de riqueza, los tesoros en piedras preciosas, oro y plata eran grandísimos y cuando los Europeos del Renacimiento “clavaron su bota” en nuestro continente los saquearon sin misericordia y pensando que esas fuentes de riqueza eran inagotables.

Pero la otra gran riqueza fue la mano de obra gratis que consiguieron con la esclavitud de los indígenas de estas tierras y con la esclavitud de los negros traídos desde África. Este vasallaje inhumano contribuyó grande e innegablemente al crecimiento económico de Europa.

Pero esa riqueza tuvo un precio muy alto. El patrimonio que los europeos se robaron de Potosí, en Bolivia, especialmente en los siglos XVI y XVII, por ejemplo, dejó 8 millones de indios muertos.

En las comunidades, los indígenas habían visto «volver muchas mujeres afligidas sin sus maridos y muchos hijos huérfanos sin sus padres» y sabían que en la mina esperaban «mil muertes y desastres».”

El dominico fray Domingo de Santo Tomás denunciaba al Consejo de Indias, en 1550, a poco de nacida la mina, que Potosí era una «boca de infierno» que anualmente tragaba indios por millares y que los rapaces mineros trataban a los naturales «como animales sin dueños».”

Los indios de la América sumaban no menos de setenta millones, y quizás más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a sólo tres millones y medio.”

En libro de Galeano nos va conduciendo cronológicamente desde la venida de Cristóbal Colón y el encuentro de dos mundos, hasta los turbulentos días del siglo XX, con datos históricos y descripciones increíbles.

Los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del río Bravo, entre los muchos pobres y los pocos ricos de la región. En la cúspide, en efecto, seis millones de latinoamericanos acaparan, según las Naciones Unidas, el mismo ingreso que ciento cuarenta millones de personas ubicadas en la base de la pirámide social. Hay sesenta millones de campesinos cuya fortuna asciende a veinticinco centavos de dólar por día; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza o Estados Unidos, y derrochan en la ostentación y el lujo estéril ofensa y desafío y en las inversión total, los capitales que América Latina podría destinar a la reposición, ampliación y creación de fuentes de producción y trabajo.”

El imperialismo –español y portugués primero, e inglés y gringo después- nos ha infundido durante siglos pensamientos errados para su propio beneficio. Por ejemplo, ha tratado de hacernos creer que nuestra pobreza está ligada a la sobrepoblación de nuestros países.

Diversas misiones norteamericanas han esterilizado a millares de mujeres en la Amazonía, pese a que ésta es la zona habitable más desierta del planeta. En la mayor parte de los países latinoamericanos, la gente no sobra: falta. Brasil tiene 38 veces menos habitantes por kilómetro cuadrado que Bélgica; Paraguay, 49 veces menos que Inglaterra; Perú, 32 veces menos que Japón. Haití y El Salvador, hormigueros humanos de América Latina, tienen una densidad de población menor que la de Italia. Los pretextos invocados ofenden la inteligencia.”

Las oligarquías de cada nación latinoamericana han cerrado los ojos a la injusticia de un sistema capitalista voraz y excluyente.

La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos suburbios del sistema. Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar de nuestras clases dominantes –dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera- es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.”



Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional. Se hipoteca la soberanía porque «no hay otro camino»; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación.”



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Los anteriores párrafos (resaltados en negro) tomados de este libro desgarrador “Las venas abiertas de América Latina” son sólo una pequeñísima muestra de la profundidad de los argumentos de Eduardo Galeano.



La independencia de Latinoamérica es una ilusión romántica. Por ejemplo, es cierto que en El Salvador nos independizamos de España hace 188 años; pero es verdad también que esa independencia no benefició a todos los salvadoreños; sino más bien a una pequeña oligarquía criolla, una minoría de raza blanca que eran hijos de españoles nacidos en estas tierras centroamericanas y que representaban apenas un 3 % de toda la población.

¿Somos independientes realmente cuando el gobierno de Los Estados Unidos de América se ha entrometido en nuestros asuntos desde principios del siglo XX hasta nuestros días? El gobierno de los Estados Unidos de América fue el propulsor de las numerosas dictaduras militares que sufrió nuestro país durante largas décadas.



Nuestras venas están hoy más abiertas que nunca. El pueblo por sí mismo puede hacer mucho, pero mientras existan en la ralea política gente deshonesta que sólo vela por sus intereses y que se vende descaradamente al mejor postor, como prostitutas baratas, seguiremos sangrando hasta quedarnos sin vida.



El destino de la mayor parte de la humanidad está condenado a la pobreza mientras el sistema internacional de relaciones entre países ricos y pobres no cambie. Y uno de los primeros pasos que se deberían tomar es la desobediencia a las políticas imperialistas de los Estados Unidos.



Para terminar -y aunque pareciera de entrada que no tiene nada que ver con el tema de hoy, pero sí lo tiene en su esencia- el pasado 05 de noviembre de 2009 recibió merecidamente el Premio Nacional de Cultura, el poeta Alfonso Kijadurías, y en su discurso de aceptación dijo: “La violencia más que la paz sigue imperando en nuestro país, porque la paz es incompatible con la miseria y la desigualdad social. No existirá paz si carecemos de una verdadera cultura democrática. Una cultura que favorezca las manifestaciones de las mejores formas del talento creativo y el acceso a ellas del mayor número de personas capaces de disfrutarlas y valorarlas con un criterio soberano, no manipulado por sutiles o explícitas coacciones de la ideología, del comercio o la moda.”



Ojalá los salvadoreños escucháramos a nuestros poetas, ojalá abriéramos los ojos a nuestros orígenes. Entonces otro gallo nos cantaría. No ignorar nuestro pasado, leyendo “Las venas abiertas de la América Latina”, sería un buen comienzo.



Texto:

Érika Mariana Valencia-Perdomo

y Óscar Perdomo León


1-Fotografía extraída de la versión digital de “Las venas abiertas de la América Latina” de FORMARSE, http://www.formarse.com.ar/


2- Fotografía tomada por Óscar Perdomo León de la portada del libro “Las venas abiertas de la América Latina”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El libro Las Venas abiertas de América,al igual que muchos más, es un buen recurso como historia del ayer de nuestros antepasados, pero para el hoy 2010 donde solo interezan intereses politicos(votos) trasiego de droga y trafico hasta de lo que no tenemos conocimiuento o no imaginamos y es más a un no hay que olvidar la tecnologia de la cual sólo los jovenes hacen uso de ella sin que nadie los oriente, al libre albedrio, yo me pregunto que historia les podra interesar, la de mi paiz en donde nadie hace buena historia ni quieren ni interesa hacerla,(les interesa un buen celular o ser presidente de la republica o por lo menos alcalde o diputado- traficante) tenemos una cultura solo de paja y aprovechadores vivianes, la virtual en la cual ellos ya saben que es ireal. gracias. RV.

Érika Valencia-Perdomo y Óscar Perdomo León dijo...

Es muy triste saber y darse cuenta de la ignorancia en la que vive buena parte de nuestra juventud. Así como también es decepcionante que la mayoría de los políticos no entiendan la política (valga la redundancia) como el arte de servir a los demás, sino más bien, que usen la política como una herramienta para aprovecharse de una manera egoísta de los demás.
Sin embargo, precisamente por todo lo anterior y porque escarba hasta la profundidad histórica y las raíces de los problemas de nuestra América (y quien lo lea se dará cuenta) es que el libro "Las venas abiertas de América Latina" es tan actual hoy, como lo fue hace más o menos cuarenta años en que salió publicado por primera vez.
Ese libro es una especie de luciérnaga en la oscuridad.

Estimado RV, gracias por comentar en LA ESQUINA.