Esta fotografía fue tomada en el año 2006 y decidí llamarla VENTANA EN LLAMAS.

jueves, 21 de mayo de 2009

LA FORMACION DOCENTE DENTRO DE LA PROPUESTA DE POLITICA CULTURAL PARA LA SOCIEDAD SALVADOREÑA DEL SIGLO XXI

Mercy Flores y Rosario Ríos en la obra “Divorciadas, evangélicas y vegetarianas”, en mayo de 2005.


Sensuntepeque 21 de mayo de 2009.

El Foro de Intelectuales de El Salvador ha dado a luz su “Propuesta de Política Cultural para la Sociedad Salvadoreña del siglo XXI”, la cual he tenido la oportunidad de leer por medio de la Revista Realidad y Reflexión de la Universidad Francisco Gavidia; a lo largo de un viaje de diecinueve puntos de desglosa uno a uno los problemas que actualmente atraviesa nuestra sociedad, creados por la misma apatía popular y acrecentados por las políticas internas y externas del gran capital, a las que dicho sea de paso les interesa enormemente que nuestro pueblo se sumerja cada día más en la miseria intelectual y lograr de esta forma un despojo de nuestras raíces, borrando de nuestro cerebro la memoria histórica para llenarlos de falsos valores, alienando nuestra voluntad para hacernos creer que la educación, las artes y las actividades propias del intelecto son innecesarias en un país “pujante y trabajador”.

Sin embargo, me permito hacer un llamado a esta propuesta, y es que salvo en el punto dos que trata sobre la formación del talento humano para el desarrollo cultural, párrafo cuatro de la página número cincuenta, no se hace más que una breve alusión a “la formación y perfeccionamiento del recurso humano para la enseñanza, promoción y difusión de las artes en nuestro país”.

Si bien es cierto que la sociedad tiene como base fundamental a la familia y que es esta la que provee las primeras enseñanzas a los noveles miembros de la misma formando un triangulo equilátero -aunque en nuestro país se le ve como un triángulo isósceles- junto con la escuela y el escolar, es un hecho que la sociedad misma no podrá jamás enriquecerse y henchirse en desarrollo cultural si no se afinan los vértices del antes mencionado triangulo, siendo necesario para ello profundizar en la estructura de cada uno de los lados del mismo. Así, es preciso internarse en el campo de la formación actual de los aspirantes a docentes y en la capacitación constante de los ya formados.

Es urgente evaluar los planes de estudios vigentes de las carreras docentes, es imperativo que se mejore la calidad de formación docente; no es posible que nuestros niños y jóvenes sigan yendo a la escuela y que en ellas se encuentren bajo la guía de profesores que no saben de historia de El Salvador, que no conocen las cabeceras departamentales, que no distingan la estructura de un cuento a la de una anécdota y que no sepan utilizar los signos de puntuación apropiadamente, esto sin mencionar la pobre ortografía y la falta de interés por la lectura. ¿Cómo esperamos que se mejore la educación si el maestro no es capaz de incentivar al alumno al estudio, al amor por el conocimiento y no sepa llenar los intereses propios de la niñez?

Es urgente diseñar una política reestructuradora de todo el sistema educacional en nuestro país, que abarque desde los programas educativos pasando por los centros educativos, las universidades que ofrecen los nuevos educandos a la patria y llegue hasta el mismo despacho del ministro o ministra.

¿Cómo es posible que nuestros hijos aprendan en un aula sin techo, con paredes caídas, con letrinas sucias y malolientes, con piso de tierra, sin adecuados pupitres o sin libros?
¿Cómo se hace posible cumplir con la metas educacionales establecidas si no hay material didáctico en las escuelas y sobre esto el profesor no esta adecuadamente capacitado?

La nueva política en educación debe hacer alianzas con editoriales, empresa privada y sociedad civil para que se busque sinceramente la construcción de un sistema de educación basado en el amor a la patria, a las artes y a la identidad nacional. Para ello el papel del maestro es de fundamental importancia, porque de nada sirve implementar nuevamente un “moderno plan de estudios” como se ha estado haciendo en la actualidad, en donde se capacita al personal educativo quince días antes del inicio del año escolar y se le dan a conocer los objetivos que tienen que desarrollar y cumplir.

El nuevo Ministerio de Educación debe contemplar y dar el lugar que históricamente le corresponde al maestro de las escuelas, pues es él quien verdaderamente tiene en sus manos las llaves para estimular el intelecto del joven, fomentar la identidad nacional y el respeto y tolerancia hacia la comunidad, pues en esta sociedad en donde las familias se encuentran resquebrajadas es el docente el que sirve de refugio y llega a ser parte estructural del maná que tanto necesitan.

La reestructuración educacional debe de llevarse a cabo realizando un exhaustivo diagnóstico del sistema actual y de los recursos humanos que la componen. Es necesario hacer una “PAES” a todos los maestros tanto a nivel público y privado en donde se tomen en cuenta los siguiente aspectos: Historia de El Salvador, ortografía, capacidad de análisis y de síntesis, un perfil psiquiátrico, ética, conocimientos de literatura nacional y universal, gramática, arte –pintura, música, teatro-, geografía local y nacional, valores y técnicas pedagógicas.

En respuesta a la carencia de interés familiar por preservar, incrementar y desarrollar en la juventud el amor hacia las artes, el nuevo ministro debe cargar sobre sus hombros este problema y plantear en el nuevo programa de educación la implementación de las materias de música, educación estética, cívica y moral, expresión corporal, difusión del teatro a través de formación de grupos en el interior de los centros educativos y con grupos itinerantes a lo largo del territorio nacional, sin embargo esto no se podrá lograr si no se inicia por la investigación de la calidad de educación que ofrecen los centros de educación superior, instituciones que deben garantizar un flujo de profesionales en pedagogía de extrema y alta calidad, ya no podemos seguir tolerando la mediocridad en nuestro amado Cuscatlán; porque sólo con y por medio de los maestros lograremos que existan “nuevos públicos” para los espectáculos de arte que se presentan en nuestro país, por ello como ya lo había hecho notar José Roberto Cea en su libro “Teatro en y de una comarca centroamericana”, publicado en 1993, en donde menciona que no existe un nuevo público ni hábito de asistir a las presentaciones. Palabras que siguen siendo vigentes en este 2009. Y esto por supuesto puede extrapolarse a las otras ramas del arte. El “nuevo público” surgirá en torno al entusiasmo, amor e interés que logre inculcar el orientador en cada uno de los niños y jóvenes que tenga a su cargo, pero para que este amor, conocimiento, tolerancia y respeto hacia nuestros autores y a las artes surja, es necesario que este público vea y sienta todas las sensaciones que provoca estar sentado frente a los escenarios y artistas, cosa en extremo difícil hasta estos días, sobre todo porque en lugares alejados de la capital, Santa Ana, Santa Tecla o San Miguel, hay mucha de nuestra gente que nunca ha presenciado la puesta en escena de una obra de teatro o ha escuchado a la Sinfónica Nacional (es más, algunos ni saben qué es, ni que existe en nuestro país), por ello no podemos esperar que los padres inculquen a los hijos el entusiasmo por las artes, por eso al Estado le corresponde “alfabetizar en artes”, debe difundirse a través del maestro la enseñanza de éstas y debe priorizarse en la formación de éstos antes de echar a andar un ambicioso plan como este, porque Cuscatlán somos todos.

Hay que fomentar la inversión económica en la educación de los educadores.

Sólo con la realización de alianzas estratégicas interministeriales, gobiernos municipales, con la empresa privada, medios de comunicación, ONG, etc., el nuevo Ministro logrará crear en todos los municipios y rincones de Cuscatlán un verdadero país amante de las artes.

Espero que a través del Foro de Intelectuales de El Salvador, se consiga llevar educación y cultura a nuestra gente.


Texto: ERIKA MARIANA VALENCIA-PERDOMO.

Fotografía tomada por Óscar Perdomo León.