Esta fotografía fue tomada en el año 2006 y decidí llamarla VENTANA EN LLAMAS.

sábado, 30 de mayo de 2009

EL REGLAMENTO DE TRÁNSITO PARA PEATONES Y CONDUCTORES

Zopes en pleno festín. Vaca atropellada entre San Isidro y Guacotecti.

No usan las aceras, donde las hay. Peatones caminando en la calle.


Cabañas y en especial su cabecera departamental, Sensuntepeque, posee gente muy amistosa, trabajadora y con mucho talento. El departamento se conecta con el resto del país a través de la red secundaria de carreteras; pero llegar hasta acá, para los que la visitan por primera vez y para aquellos que lo hacen frecuentemente y que cumplen con los requisitos de conducir vehículos y que son mínimamente responsables, es verdaderamente una aventura, digo esto debido a una serie de obstáculos que hay que sortear a lo largo del trayecto del serpenteado camino de asfalto.

Llegar a “Sensunte”, requiere de mezclar las estupendas visiones que tiene el águila, el búho y el gato; se necesita de la tolerancia de Gandhi y de los reflejos de un superhéroe; esto no es una crítica mal intencionada hacia alguien en particular; en este lugar hay tantos buenos amigos y hay muchas personas honestas y de buen corazón; este artículo es una crítica a las autoridades locales, departamentales y nacionales en el campo de la seguridad pública y de tránsito, al FOVIAL, al Viceministerio de Transporte y al Ministerio de Educación; y es también una autocrítica en general a todos los que formamos esta comunidad de Cabañas.

Desde que se toma la carretera que conduce de San Rafael Cedros, Cuscatlán, a Sensuntepeque se observan una serie de anomalías. No importa la hora ni el día, constantemente los buses y camiones que transitan la mencionada arteria, se detienen exactamente en las curvas, no se salen a la calzada para estacionarse, no encienden las vías, ni las luces intermitentes.

Si es de noche, se tiene que aplicar la ultra súper mega triple visión gatuna para poder ver el camino a través de la momentánea ceguera blanca como la leche (como dice Saramago en “Ensayo sobre la ceguera”) causada cuando un vehículo que viene en el carril opuesto enciende las luces altas unos quince o diez metros antes de quedar frente al vehículo que viene en sentido contrario, en esos breves segundos es cuando se necesita aplicar la visión felina para contraer las pupilas y evitar quedar ciego por la brillante luminosidad. Después de un poco más de un lustro viajando continuamente por estos lugares todavía no he logrado comprender por qué hacen eso. Antes los insultaba en mi mente y en no muy pocas ocasiones lo hice verbalmente, pero comprendí que eso no iba a cambiar su irrespeto al reglamento de tránsito, así que opté por una solución más práctica: reducir la velocidad cuando veo que el vehículo que viene en el sentido contrario se acerca a los 50 metros aproximadamente. Así me he salvado de varios accidentes.





Vehículo con luces altas

Luego está la vacuna y equina pasada por San Isidro. En este tramo los caballos, vacas, terneras y sus demás parientes cuadrúpedos pasean libremente a lo largo y ancho de la vía asfaltada; ya se han contabilizado fatales accidentes provocados por los libres rocinantes y los despreocupados semovientes. Acá es donde entran en acción los reflejos de superhéroe, para preservar las vidas ajenas y la propia.
Pero la aventura no termina aún. En esta misma zona hay que reacomodar la visión y acoplar la súper triple retina aguileña-búhofelina porque si se va de noche se tiene que ver a corta y larga distancia los camaleónicos peatones que caminan sobre la carretera o bien sobre la línea alba continua de los extremos de la carretera. Algunos plácidamente se sientan o acuestan sobre ésta para platicar con los vecinos o familiares. Esto también ocurre de día y de noche. Esto sin contar que abundan los ciclistas que por ningún lado portan ni el más sencillo “ojo de gato” en los pedales o la parte posterior, anterior o lateral de la bicicleta y por supuesto no llevan foco ni mucho menos retrovisores. ¿De qué brillante autoridad fue la idea de suspender las matrículas de las bicicletas? Me recuerdo que en mi niñez las bicicletas tenían placa. Aclaro: por si queda alguna duda, no hay postes con luz en la carretera.

Los domingos o días festivos es casi una blasfemia pretender manejar en esa zona puesto que las calles se hicieron para que la gente camine por ahí, no los vehículos. Una vez más hay que afilar los reflejos del hombre araña. A la PNC rural, urbana o los policías de tránsito no les disgustan estas situaciones, pues los retenes que colocan son para verificar las luces o ver las fotos de las licencias, pero no detiene a los que conducen con un solo foco o a los que no les sirven las luces rojas de freno, ni las vías.

Vehículo automotor avanza en plena noche sobre la autopista que conduce de Sensuntepeque a San Isidro, con una sola luz encendida.


Imprudencia.
Oriundos de San Isidro sentados a la orilla de la autopista.
Durante la noche es difícil verlos.




Peatones de San Isidro caminando al atardecer dentro de la carretera.


Y finalmente al llegar a mi destino, Sensuntepeque, aplico las enseñanzas de no violencia y tolerancia de Gandhi, pues si un vehículo se conduce sobre el carril contrario o a mitad de la calle soy yo quien debo de apartarme, retroceder o esperar (según sea el caso) a que pase, porque acá la ley de tránsito no se respeta ¿O será que para esta zona del país existe un reglamento de transito distinto? No me atrevo ni siquiera a pensar que exista la posibilidad de que algunos hayan “comprado” la licencia, menos que no hayan leído siquiera una vez el reglamento de tránsito.



Reconozco que el diseño de las aceras de Sensuntepeque no fue muy bien hecho, porque sencillamente son estrechas y con desniveles al gusto de los dueños de las casas o simplemente no existen.

Calle que conduce de Sensuntepeque a Los Llanitos.
En ciertos tramos carece de andenes.



Jóvenes parados en la estrecha acera de la Casa de la Cultura.




Una de las calles principales, altamente concurrida por ser zona comercial. Peatón en alto riesgo de sufrir accidente de tránsito por la inadecuada planificación de la ciudad.









En muchos lugares de Sensuntepeque claramente no hay aceras.


A veces hay aceras; pero hay también ya cierta costumbre arraigada de caminar en las calles.


Estudiantes caminando en las calles





Una joven madre camina en la calle con sus hijos.


Los automovilistas particulares y del transporte público irrespetan el derecho de vía al detenerse en medio de la calle para bajar o subir personas, como lo muestra esta fotografía y la siguiente.


¿Hay autoridades elegidas por el pueblo trabajando para el pueblo? ¿Es que acaso no les importa que los sensuntepecanos puedan sufrir algún accidente de tránsito o es que acá prevalece la ley del más fuerte o se vive con el dicho “el golpe avisa” y “el que pega paga”?

Me da escalofríos pensar que mis vecinos y amigos han vivido bajo la sombra fresca de la apatía de los alcaldes que han desfilado por el despacho municipal y de las autoridades de tránsito. Es por esa anarquía que los peatones andan como Juan por su casa por las calles, se las cruzan sin ni siquiera ver hacia los lados. Recuerdo que eso fue lo primero que me enseño mi mamá, cuando empecé a salir sola a la tienda de la colonia. Algunos ven que se aproxima un carro y no se apartan. Hay que aguantar también que los automovilistas se queden conversando a mitad de calle con algún conductor (por supuesto que ni se orillan ni ponen luces intermitentes).

Pero cuando pido totalmente ser la reencarnación del Mahatma Gandhi es cuando algún vehículo se para repentinamente, sin previo aviso, el conductor apaga el motor, se baja y entra a alguna casa dejando su carrito estacionado exactamente a medio carril.


No sólo la estrechez se ve en las aceras, sino también en la calles, lo que produce congestionamientos.


Sería conveniente que el Ministerio de Educación, autoridades y sociedad civil se preocuparan por enseñar al peatón y a los conductores el reglamento de tránsito, que se divulguen las responsabilidades en el actuar de ambas partes, se promueva el uso de chalecos con material fluorescente para las personas que tiene que caminar en horas nocturnas a lo largo de las carreteras, sean estos niños o adultos, hay que instruir a todos, es deber y derecho de cada uno de nosotros saber cuales son las conductas adecuadas al manejar, no importa si conducimos o no algún vehículo.

En El Salvador, los accidentes de tránsito están entre las primeras tres causas de consulta en las unidades de emergencias quirúrgicas.

A la sociedad civil les pido que hagamos verdadera patria sin colores políticos o intereses monetarios; a las autoridades municipales y centrales: planifiquemos y hagamos realidad proyectos de mejora vial en nuestras calles; a Educación: implementemos el conocimiento del manual de tránsito en las escuelas y colegios, se puede hacer en Estudios Sociales, bajo las unidades de “Nuestra Comunidad” o cuando se estudie la unidad de El Salvador, aquella en que nos enseñan las cabeceras departamentales, la hidrografía y geografía de nuestro territorio; a los conductores: “el respeto al derecho ajeno es la paz”; y a los peatones: usemos las aceras, si ven un carro en marcha háganse a la orilla.

Hagamos la paz, tomemos conciencia de nuestras responsabilidades.



Texto: Érika Mariana Valencia-Perdomo
Fotografías:
Érika Mariana Valencia-Perdomo y Óscar Perdomo León


1 comentario:

Anónimo dijo...

Que feyo sos cerote, deberias quitar tu cara de la foto, o poner una bien chiquita... pareces una mezcla de chango y camello... changomello!!!!! jajaja