Esta fotografía fue tomada en el año 2006 y decidí llamarla VENTANA EN LLAMAS.

martes, 24 de marzo de 2009

LAS CHICHARRAS


Las cigarras de Semana Santa siempre me han sumergido en la nostalgia y los recuerdos. Vuelvo a mi infancia y a la casa de mis padres. Me transporto con magia hacia los días en que mi padre y mi madre eran altos y yo una pequeña criatura que miraba hacia arriba y les tenía admiración y respeto.

Y hacia abajo estaban las hormigas y sus túneles infinitos, las hojas caídas y las flores; y estaban también las chicharras muertas. Sus cadáveres resistían el tiempo y permanecían indemnes. Y sus congéneres vivos continuaban cantando con tristeza infinita en los árboles.

La coincidencia de oír nacer a las cigarras justo en la época en que se celebra el martirio de Jesucristo - alguna vez oí decir que las chicharras llevan en la cabeza los tres clavos de la cruz- se llenaba el ambiente de un no sé qué sobrenatural. Todo olía a misterio.

Con el correr de los años, el respeto hacia mis padres continúa y la admiración se vuelve más profunda y conciente, al darme cuenta de su amor hacia mí y de sus esfuerzos por hacer de mis hermanos y de mí personas honradas y útiles a la sociedad.

Y continúa también el misterio de las chicharras, pero de un modo diferente. Al escucharlas, un dolor constante pero soportable me inunda el pecho. Es el deseo de lo imposible: volver a ser niño y vivir nuevamente los años que ya he vivido, poder jugar nuevamente con los niños de la colonia o del barrio, ver aparecer a los zompopos de mayo con las primeras lluvias (no como ahora que aparecen el junio y cada vez en menor número), practicar en calle ya sea por la tarde o después de la cena el deporte de moda según el mes: junio fútbol (si era año de mundial), julio de básquetbol, octubre béisbol, esperar los “vientos de octubre que todo lo descubren” tal y como me lo decía mi madre, para poder “encumbrar la piscucha”, diciembre la tan esperada Navidad, para abrir los regalos y reventar cohetes y más de algún niño dar una inhalada de cigarro de escondidas. ¡La niñez y su inocencia! Quisiera volver a ser niño pero tener la conciencia de hoy, porque la toma de conciencia de nuestra mortalidad, y el mismo amor hacia la vida, nos hace desear vivir y vivir más y más.

Otra Semana Santa se ha ido y con ella las chicharras, las cuales seguramente aparecerán el otro año y volveré a pensar en ellas como lo hago hoy, eso si aún tengo vida y no estando postrada en alguna cama de hospital, inconciente o moribunda, aunque aceptar la muerte es difícil, debemos resignarnos cuando llegue el momento. El ciclo de vida y de muerte se cierra irremediablemente. Las batallas y las luchas por sobrevivir, de cada ser vivo sometido a la Madre Naturaleza continúan inexorables.

Por otro lado, vivir con temor es vivir en la desgracia. Y sólo vale la pena vivir si se tiene cierto grado de libertad. El libre albedrío en el pensar y en el actuar, es el que nos hace más humanos, trabajar por nuestros ideales de vida, luchar con ánimo para un mejor estilo de vida para mi familia y para mí, ver crecer y desarrollase a mis 4 hermosas hijas (2 mías y 2 de mi pareja), me hacer vivir y ponerle alegría a lo que hago. Y la alegría es lo que permite a un adulto a volver a ser niño con la conciencia de hoy.

ÉRIKA VALENCIA y ÓSCAR PERDOMO LEÓN

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