Esta fotografía fue tomada en el año 2006 y decidí llamarla VENTANA EN LLAMAS.

martes, 24 de marzo de 2009

LA CASA DESAPARECIDA




“La casa desaparecida” es una extensa canción de Fito Páez del álbum ABRE, que habla de diversos temas, pero principalmente sobre los sentimientos de frustración de los argentinos, a raíz de la derrota de la Argentina en el conflicto de las islas Malvinas.

El álbum ABRE, que vio la luz en 1999, consta de 12 canciones: Abre, Al lado del camino, Dos en la ciudad, Es sólo cuestión de actitud, La casa desaparecida, Tu sonrisa inolvidable, Desierto, Torre de cristal, Habana, Ahí voy, La despedida, y Buena estrella.

Fito Páez en la canción La casa desaparecida, que dura 11 minutos con 29 segundos, aprovecha la ocasión para retratar la tristeza, la frustración y algo de la personalidad del argentino. Su voz que inicia desgarrada con una denuncia de los horrores de la guerra, plasma los sentimientos de un soldado amputado de ambas piernas. Pero no se detiene ahí. Avanza a través de las encrucijadas de las emociones de un país que ha sido herido en su dignidad y amputado también de su esperanza. No faltan las alusiones a las drogas y el alcohol, al sexo y al fútbol (¿cómo olvidarse del Boca y de la copa del Campeonato Mundial de Fútbol?).

“Argentina, Argentina, ¿qué pasó en la Argentina? Es la casa desaparecida”.

Fito Páez, con rítmicas palabras que por momentos se atropellan, expresa con una lluvia de ideas mucho de la identidad argentina en un momento determinado de su historia. Lo hace con audacia, con ironía, con mucha creatividad; pero principalmente lo hace con una deliciosa –y acostumbrada en Fito- irreverencia.

Se necesita escuchar la canción entera para encontrar toda su grandeza. Pero he aquí un fragmento de la susodicha copla:
“Entre rosas y sarmientos, Don Segundo y Martín Fierro, la barbarie y los modales europeos, el país de los inventos, Maradona y los misterios del lenguaje metafísico y el gran resentimiento. Bienvenidos inmigrantes a este paraíso errante. Ya se sabe que el que no arriesga no gana. Y esa casa que dejaron escapando entre las balas era el caldo del cultivo a la nostalgia, en el reino del silencio cavernario de oropeles un concilio de miserias de rodillas en los cuarteles. Y hubo una fiesta de todos, embriagada, delirante. No te metas, algo habrá hecho ese maleante…Madres muy desesperadas cocinaban y planchaban y hoy sus hijos son caníbales fantasmas. Los cadáveres se guardan, no se esconden en el río, en palacios de memoria ensangrentada. Y tenemos pijas grandes, largas como mil facones. Y anacrónicas arengas… La bandera enloquecida, maten a los maricones, que los hombres van de putas para sentirse varones. Siempre el padre omnipresente de mirada contundente que escondía un seductor muy asexuado. Gracias papi por las flores, por las reivindicaciones, vos sabés los hijos nunca te fallamos y si mami aún viviera hoy sería jardinera en el cementerio-club de las pasiones. Yo que nunca anduve en nada, nunca me metí en política, simplemente fui un muchacho hedonista. Y chiquitos y chiquitas inocentes con un arma, por el odio más brutal descuartizadas; el más fuerte penaliza, pega duro, te hace trizas. Nada personal, naturaleza humana… Y seguir comiendo mierda, cada día, cada noche y explicarle al mundo entero nuestra nada de la historia universal, la Argentina ensimismada, que contiene enciclopedia de uno mismo… Es que el mundo es muy cretino, pero puede ser muy divino… ”.

No son sólo las ideas abundantes, la melodía y el ritmo lo que cautiva de esta canción al amante de la música, sino el sincero sentimiento de Fito Páez que relumbra en toda su extensión y su extraordinaria interpretación; es el sentido de que lo que uno escucha proviene directamente del corazón, aún cuando haya palabras vulgares, tiernas o sarcásticas. Y, al final de la composición, el bandoneón -que no podía faltar- le pone un sabor rioplatense único.

Vale la pena oír todo el álbum, pero en lo personal creo que las otras canciones de belleza notable son La despedida, Buena estrella y Habana; en esta última, el amor con que Fito le canta a esa capital latinoamericana es valioso y conmovedor; en cierta parte de esta canción hay un placentero clímax de viento-metales que hace que se ericen los vellos del cuerpo. Muy recomendable.


ERIKA VALENCIA y ÓSCAR PERDOMO LEÓN

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